Fran Lebowitz, la prosista más divertida y mordaz de las últimas décadas.
«Hilarante . A una dosis de Huck Finn agréguesele un poco de Lenny Bruce, Oscar Wilde y Alexis de Tocqueville, una pizca de taxista, juegos de palabras variados y un picadillo de jerga, y remátese con un toque de sabelotodo». The New York Times «Una prosa elegante y hábilmente afilada». The Washington Post «Ese cóctel de ironía, angostura, crueldad y naranja amarga.». Pau Arenós, El Periódico Es una provocadora nata, capaz de bajarle los humos a la mayoría de sus conciudadanos y de reírse de cualquier situación: la búsqueda de departamento, las facturas de teléfono impagas, un viaje, las firmas de libros, el dormir (o no dormir) a horas indecentes, las ansias de triunfar, tomar unas copas con celebridades, los buenos restaurantes o la (adulta) educación de los hijos. Por si todavía no lo han adivinado, hablamos de Fran Lebowitz. Hablamos de Nueva York.
Célebre al hilo de la serie Supongamos que Nueva York es una ciudad, de Martin Scorsese, Fran Lebowitz ha sido una gran desconocida que por fin, y con toda justicia, ha obtenido el éxito que merecía. Su prosa, ahora reunida, es un compendio del humor más refrescante y mordaz que se haya escrito en décadas.
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